AMANDO A LA HUMANIDAD HERIDA Y CELEBRANDO LA ALEGRÍA DE CRISTO RESUCITADO

Después de dos años en el Ecuador esta es la primera misión que realizo en Semana Santa en la Provincia de Chimborazo, Cantón Guano, en el recinto de Chinazo Bajo. Llegamos desde Quito un grupo de misioneros y al llegar a la parroquia central nos enviaron individualmente a cada uno/a de nosotros a un recinto en el que nos quedamos durante los días del Triduo Pascual.

Esta misión me trae recuerdos de mi juventud y de mi pueblo porque vivíamos situaciones similares carentes de servicios básicos como el agua, una población en la que hay pocos niños y niñas y una mayoría de personas adultas y ancianas. En estas fechas de Semana Santa, en Chinazo Bajo, hay más personas que el resto del año porque vienen las familias que viven en  Riobamba y Guayaquil para visitar a sus padres.

He encontrado personas de gran corazón como la familia que me acogió en su casa. En el calor de este hogar sentí el amor de Jesús Sabiduría. Esa misma familia puso a disposición de los misioneros su camioneta para que pudiéramos realizar las visitas a las familias del lugar que ellos conocen muy bien.

Escuché a casi todos los ancianos contar sus problemas como la falta de agua y las pocas visitas de sus hijos que viven en las ciudades de Riobamba y Guayaquil. Muchas de estas personas mayores están ciegas y cojas, enfermas. Viven solos en sus viviendas sencillas que están alejadas unas de las otras y en las que se encuentra una gran pobreza.  En un momento me sentí estar en el hospital de Poitiers y  con toda esta realidad sentía que me ardía el corazón como los discípulos de Emaús  mi reacción fue darles palabras de aliento y de consuelo.

A pesar de sus carencias y problemas es un pueblo de fe viva y con cultura religiosa y lo que me impacto fue la gratitud a Dios al escuchar de ellos: “Gracias Señor por haber traído a mi casita a la Hna. Clementina, que está disponible para participar y apoyar en todas las celebraciones con la coordinación del catequista, la hermandad de Cristo Crucificado, el padre Mauricio”.  Pudimos poner en marcha las celebraciones del Triduo Pascual animado con una banda del pueblo.

Las celebraciones fueron muy bonitas y bien organizadas con ayuda del catequista, la hermandad de Cristo Crucificado, y la participación del Padre Mauricio, el párroco. Hubo la oportunidad realizar el bautizo de una joven, luego se esperó con una vigilia el domingo de Gloria.

Sentí la unidad familiar en la participación comunitaria porque en el Ecuador hay la tradición en el Viernes Santo de hacer un plato típico que es la fanesca, que se prepara con 14 semillas y con pescado. Las familias expresaron su solidaridad, gratitud y alegría preparando y compartiendo este plato tradicional.

El padre Mauricio, un sacerdote misionero originario de Kenia, África, es el párroco de esta zona y es responsable de 24 capillas dispersadas en otros tantos recintos. Me dio la oportunidad de compartir con el pueblo mi experiencia de estos días. Les invité a los presentes a venir más frecuentes a visitar a sus padres y a seguir manteniendo viva su fe y su compromiso en el lugar donde se encuentran. También les agradecí por la acogida y por permitirme vivir esta experiencia con ellos, una hermosa experiencia que me deja muchos recuerdos y nostalgia. Me voy con el compromiso de llevarlos en mi oración.

¡Oh hijas predilectas de la Sabiduría!
Ayuden  a los pobres, los lisiados, los tristes; sirvan a los tullidos y marginados;
los que el mundo desprecia serán sus preferidos.
Debo amor a Jesús  oculto en mis hermanos.
(Cántico149)


Hna. Clementina Pesenti.
Quito – Ecuador  




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