La cuarentena... En la escuela de María Luisa de Jesús


Cuando recibimos del Consejo general el material que nos ofrecían para celebrar los 300 años de la llegada de María Luisa a Saint-Laurent, me llamó fuertemente la atención el lema “Con amor y por amor, entremos en la escuela de María Luisa…”

Durante los últimos meses y más en este tiempo de “cuarentena”, he encontrado, en esta frase, una fuente de inspiración. ¡Qué mejor momento para entrar decididamente en la escuela de María Luisa que en este tiempo de salvación que es el confinamiento por el Covid 19!

En Perú, como en los demás países, la escuela, las empresas…, por ejemplo, han tenido que reinventarse. Ahora, niños y papás siguen las clases “on line” y los mayores aprenden a “tele trabajar”. ¿Por qué no, entonces, reinventar el “aprendizaje de cómo vivir “con amor y por amor en la escuela de María Luisa”?

Esta cuarentena nos favorece muchísimo para vivir este mensaje, en la humildad de la vida cotidiana de nuestras comunidades. ¡Esta es nuestra oportunidad! Encerradas en casa es la gran ocasión para nuestra conversión al amor.

-        María Luisa, enséñame la sabiduría del amor – así oramos en sus letanías-

En esta situación de “claustro”, me parece escuchar a María Luisa decirme desde su experiencia:

-        Déjate mirar por “mi amable Jesús” , con sus “ojos llenos de ternura[1] y hazle mi mismo pedido: “la gracia de hablar como él y obrar como él”[2]                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

-        Vive con amor y por amor porque es una consecuencia de seguir a Quien se puso a los pies de los discípulos para lavárselos[3], vivió y murió crucificado amando y perdonando.       

-        “Ama la humildad[4] del Maestro de Sabiduría; practica, como Él, la dulzura y la humildad[5]. “Pero si debemos tener esta bondad y benignidad para con los pobres, debemos ponerlas en práctica… sobre todo con nuestras hermanas…”[6] Te dejo unas sugerencias en las Constituciones de 1760; en ellas se encuentras el espíritu primitivo de nuestro Padre San Luis María, y ahora te toca a ti actualizar su vivencia.

Con esta luz recibida de María Luisa, comencé a mirar a las hermanas de mi comunidad. Al final del día, al hacer la relectura, veía que mi deseo de vivir en la escuela de María Luisa también es el deseo de mis hermanas. Cuando miraba mi jornada, me salía una lista enorme de gestos de amor verdadero vividos por mis hermanas: Una sonrisa ante una palabra malhumorada; un almuerzo lleno de creatividad; una respuesta tranquila, sin violencia, ante la interpelación; una preparada oración comunitaria que me ayudó a encontrarme con el Señor y con la realidad que nos circunda; el cuidado del ambiente saludable, limpio y bello…; un servicio oportuno…

Ahondando en esta experiencia, descubro que, además de gestos, hay palabras y expresiones mágicas que transmiten el amor hecho respeto, ternura, libertad…: “por favor”, “gracias”, “¿cómo te encuentras?”, “disculpa”; “perdóname”, “me equivoqué”, “¿necesitas que te ayude?” “¿podrías echarme una mano?”

Con el paso de los días, experimento que la Sabiduría quiere regalarnos, además de sus gestos y palabras, sus mismos sentimientos para amar con su mismo corazón a nuestras hermanas y a quienes encontramos en el Whatsapp…, a quienes llegan a solicitarnos una ayuda… a quienes nos piden que oremos por ellos…

Con María Luisa, en este tiempo de “aislamiento”, el Señor nos conduce, con su sabiduría”, por el camino de la sencillez, de la humildad, del anonadamiento hacia el encuentro profundo con Él, con el sufrimiento de la humanidad, con las alegrías de nuestros hermanos y hermanas; al encuentro profundo con nuestra vocación.

María Luisa nos enseña, en su escuela, a mirar a María al pie de la Cruz y, como Ella, permitamos que el amor de la Sabiduría se exprese en toda circunstancia; también cuando el amor por mis hermanas me lleve al sufrimiento y a la Cruz.

Descubro, finalmente, que este tipo de amor es un “virus” de los buenos. También se contagia de unas a otras.

¡Antes de que acabe la cuarentena, permitámonos hacer la experiencia de ser contagiada por el virus del amor! Su práctica nos inmuniza contra toda enfermedad que llegue para atentar contra nuestra vida de comunión y de servicio al Reino.



    Hna. Elvira Muñoz Muñoz

Delegada


[1] En Sintonía con María Luisa de Jesús. Su amor a Jesucristo, p. 95

[2] En Sintonía con María Luisa de Jesús. Carta nº 9, pp 32-33

[3] Ídem, p 126                                                                                      

[4] Ídem, p. 136

[5] Ídem, p. 131

[6] Ídem, p. 131-132

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