La Sabiduría recorre las plazas y las calles en busca del ser humano



Quiero llegar a ustedes con un saludo a cada una y haciendo una pequeña reseña de mi presencia en esta comunidad y en nuestro colegio.

Llegué a Ñaña en el año 2002 por primera vez, permaneciendo 5 años hasta el año 2007. Ahora, en este segundo periodo, llevo 2 años y dos meses.

En el primer tiempo como también ahora, se me encomendó la misión de hacer el trabajo social dentro de nuestro colegio con las familias más vulnerables o pobres, era en ese entonces la primera vez que una hermana se dedicaba exclusivamente a esta área. 


Yo también era la primera vez que trabajaba en un colegio, fue un desafío para mí, pero les puedo decir que fue y es una experiencia única y enriquecedora. Esta misión no es solo preocuparme de las familias más pobres económicamente, sino acompañarlas a otros niveles que también lo considero necesario porque hay otros tipos de pobreza…. Acompañar a familias o alumnas de familias separadas que sufren, enfermas, así como algunos padres que necesitan escucha y otras dificultades.

Trabajo en coordinación con la psicóloga y las tutoras de secundaria así como con las profesoras de primaria, en unión y coordinación con la directora y la hermana Rectora que tuvimos hasta hace unos meses. También estoy en contacto con la trabajadora social de la parroquia, la cual me orienta y en algunos casos visitamos juntas si es necesario.

En esta segunda etapa, al llegar me encontré cambios. Lógicamente con algunas visiones diferentes a las que me tuve que adaptar, así como ellas a mí también. Pero como no decirles la alegría que sentí de encontrarme con las niñas que dejé en primaria, ya verlas señoritas en secundaria y encontrarme de nuevo con sus padres y otros familiares y compartir los cambios en sus familias y el paso de Dios en sus vidas.     


                                                                                                                                                                                                                        

Cada vez estoy más convencida que a la gente con diferentes necesidades incluso económicas, más que darles, me tengo que dar y estar abierta a recibir la riqueza que ellos también poseen. Siento un gran deseo de que se promocionen y les ayudo a ellos mismos a que puedan dar respuestas a sus propias necesidades, devolviéndoles así, en muchos casos, su dignidad y autonomía.

Me gusta invitar a las personas a tener sueños y a poner de su parte, para que alguno se realice. Me da mucha alegría haberme encontrado familias a las que invité y acompañé a soñar hace años y ver cómo han logrado sus sueños, ver cómo se han esforzado y cómo se mantienen unidos y han crecido en la fe. Hay un santo que decía “el mejor medio para hacer el bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin recibirla”.                                                                                                       
María Luisa decía: “si fuera tela me daría a los pobres” y a Montfort lo confundían con los pobres y nos dice a nosotras: “Amen sin fronteras que el amor no las tiene”. Los tres me hablan de AMOR, JUSTICIA Y DIGNIDAD. 




Termino pidiéndoles oraciones para terminar este año y vivir los cambios que la vida nos aporta. Que sea y seamos seguidoras de Jesús a lo Montfort y María Luisa; que vivamos su carisma adecuándolo para estos tiempos y lugares a los que la Sabiduría nos envía.



  Hna. Esther López Fernández
                                                                                                                Hija de la Sabiduría


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