Amen sin fronteras y vivan la interculturalidad

En nuestra inserción apostólica este lema se vive sin necesidad de cruzar muchas fronteras trazadas por los hombres.
 En nuestra comunidad, como en la misión que realizo, cerca de los enfermos o ancianos que ya no pueden desplazarse como quisieran. También lo veo en las visitas a los enfermos   donde me encuentro con Mujeres y Hombres de distintas nacionalidades, culturas y situaciones sociales.
En mi recorrido con JESÚS EUCARISTÍA, nos acercamos a todas y todos con su religiosidad y su cultura, donde recibo de cada uno su expresión de fe, su confianza en la Palabra de Jesús y su Amor por sus hermanos. Cada uno según lo que ha recibido desde su niñez en la familia. Muchos vienen de una provincia u otra de Argentina y otros de Paraguay, tantas riquezas, trasmiten en su sencillez, que me ayudan a abrirme a la diversidad en la unidad.
En el tiempo de cuaresma, los enfermos están muy cerca de Jesús en su pasión, comparten algo de su cruz y expresan su felicidad cuando uno llega con el Santísimo. Sus ojos expresan tanta alegría que a veces pienso que son verdaderos testigos de la presencia de Cristo vivo en ellos.
Muchos de los familiares que no practican la fe, respetan y colaboran para darles ese momento de paz en medio de lo que viven. 
Una de las señoras que acompañaba en su enfermedad crónica y –la tenía en cama hace años – me compartió que la muerte repentina de su esposo hace cinco años le afectó mucho, y estaba deprimida.
Semana tras semana le leía la Palabra del Evangelio y cada una expresaba lo que le decía para su vida.
Esto la ayudó bastante a mejorar y la llevó a querer levantarse de nuevo. Una urgencia se presentó en su salud y la tuvieron que operar de la vesícula. Falleció unos días después porque no pudo salir del coma en el que entró.
Estaba preparada para este momento con mucha fe.  Quizás sus hijos - que todavía vivían en su casa y la cuidaban con mucho cariño-, no estaban tan preparados para su partida.
Los acompañé un poco en este tiempo de duelo y cuando se da me quedo a hablar con uno u otro. Todos no tiene la misma reacción, pero todos se acercan a hablarme.
Uno de ellos me decía: me consuela pensar, que hoy mi mamá volvió a ser feliz con mi papá en el cielo, y creo que era lo que ella deseaba. 
Expresó a su manera la fe en la resurrección, a pesar de no participar en ninguna instancia parroquial. Y el testimonio del amor que se tenían sus padres, le ayudó a descubrir el amor de Jesús para todos ellos.
Los días jueves en la tarde, en el espacio de escucha, me encuentro con otros enfermos, o familiares víctimas de las drogas. En esos diálogos a veces se presentan barreras difíciles de atravesar, porque no logran expresar lo que sienten o lo que están viviendo por el consumo de drogas, y les cuesta descubrir que una vida diferente es posible.
Estas escuchas me abren el corazón y el compartir me hacen sentir el peso de la cruz que ellos cargan hoy. Esto me cambia la mirada hacia la sociedad, porque veo que el bienestar “mágico” del que consume, trae el infierno a los que viven en su entorno.
Los tengo en mi corazón, los llevo a la oración y se los confío a María para que les presente a su Hijo, los acompañe en su camino, y les ayude a descubrir a cada uno al Señor y Salvador que no los abandona.


Hna. Réjane Esnault
Buenos Aires - Argentina






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