El internoviciado, lugar de vida fraterna
De mi experiencia de varios años y en diversos ámbitos
en la CER (Conferencia Ecuatoriana de Religiosos), les comparto hoy la
experiencia de colaborar como facilitadora en la formación inicial, especialmente
en el inter-noviciado. De hecho, hay diversas maneras de participar en un
inter-noviciado o inter-juniorado o inter-postulantado. Se puede entrar como
formando, facilitador/a, formador/a.
A
lo largo de mi vida religiosa he tenido la suerte de pasar varias de estas
“puertas” que permiten entrar a formar parte de esta experiencia de Iglesia.
Mi primer contacto fue durante mi propia formación,
participando como novicia y como juniora en los “inter”. Guardo muy buen
recuerdo de aquella experiencia que fue importante en mi camino de formación y
eso me ha animado ahora a contribuir en la formación de los jóvenes que se
están iniciando en las primeras etapas de formación a la vida religiosa.
Esta instancia de formación es, ante todo un “lugar de
iglesia”. Muchas veces lo he oído decir por
los formadores, novicios etc. Ciertamente la vida religiosa no es suficiente
para representar toda la vida de la Iglesia pero la diversidad de
congregaciones y de culturas presentes en el inter-noviciado, así como el abanico
amplio de tendencias eclesiológicas y de maneras de concebir la vida religiosa,
ofrece a todos una apertura eclesial
importante, que se percibe en el compartir, en la vida en equipos, comisiones,
la liturgia o simplemente a la vista de la variedad del grupo, empezando por
las formas de vestir y situarse.
Esta experiencia de los “inter” construye poco a
poco y modestamente a construir la Iglesia de hoy y de mañana, ya que, como por
ósmosis, al abrir horizontes, va impidiendo la reducción de la vida religiosa a
su propio instituto y el cristianismo a las opciones y a las prácticas a las
que cada uno/a está habituado. Lentamente se va elaborando una consciencia de
una unidad de la vida religiosa y se desarrolla el gusto por el encuentro y en
trabajo inter-congregacional. En este aspecto vivencial, más allá de los
contenidos recibidos, el inter-noviciado es ya un lugar de formación. La
formación a la vida religiosa se hace en un instituto específico y el primer
lugar de la formación de los novicio/as es y debe ser el noviciado de su
instituto o congregación. Aunque el “inter” no puede sustituir a ese noviciado
propio, ni siquiera compensar las deficiencias, es sin embargo una pieza
importante del conjunto de la formación.
En
el inter-noviciado, se vive también una profundización del propio carisma en
contraste con lo que viven las otras congregaciones. Es
frecuente escuchar el testimonio de los formando/as en el sentido de
experimentar, al contrastar con los demás sus experiencias, que “estoy bien
donde estoy, este es el carisma que me apasiona…” La propia identidad
congregacional se ve también así, paradójicamente, fortalecida.
Hoy, la CER y me imagino que todas las Conferencias de Religiosos, trabajamos para la Iglesia universal de manera muy concreta. Los jóvenes que habremos acompañado durante algún tiempo, se van a otros países enriquecidos con la experiencia positiva de la vida en “inter”, y la sensibilidad para aportar a su vez en este ámbito allí donde lleguen. De hecho también nos beneficiamos del aporte de religioso/as que ha colaborado en la Conferencia de otros países (este año con una hermana y un hermano llegando respectivamente de Méjico y de Perú) y que, portadores ellos también de una experiencia positiva en esas Conferencias, vienen a ofrecer sus servicios a la CER.
Personalmente estoy muy
agradecida a la CER por haberme dado la posibilidad de enriquecerme mucho y,
sobre todo, por las relaciones fraternas que me ha permitido crear con tantos
religiosos y religiosas.
Hna. Lourdes Alonso
Quito-Ecuador
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